Estos pequeños seres tienen un origen común con los enanos, pero su excéntrica forma de ser dista mucho de la actitud hosca de sus primos. Dotados con el don de la excesiva creatividad, los gnomos pasan sus vidas en busca del invento perfecto. Y siempre que logran construir tal insólito artefacto, no se conforman con el resultado y pasan a buscar, de nuevo, el invento perfecto. Su sociedad valora el intelecto por encima de todo, y aquellos que no logran hacerse valer son exiliados sin dudarlo.
Son humanoides bajitos, que no llegan a superar el metro quince de altura, y su peso oscila entre los quince y los veinte kilos. El color de su pelo puede ser de cualquier color, aunque cuanto más viejo es el gnomo, más blanco se vuelve. Son especialmente ágiles con las manos, pues uno de los pilares de su existencia es la manipulación de artefactos e instrumento para construir las singulares máquinas que los representan.